viernes, 17 de julio de 2009

Día 8: Flujo y reflujo

Un día nuevo, en el que la semilla plantada parece crecer un poco más, entre conversaciones que la riegan y la nutren, organizadas en un semicírculo y alimentadas por las pintas de cerveza. También se hace apetecible el típico fish&chips, que llega al estómago acallando toda queja, asentándose en el mismo sin ningún tipo de dificultad, como un exhausto viajero que se acomoda en un sillón.

Después, un breve tiempo para caminar por las calles, ante algunas gotas de lluvia, que, cálidas como siempre acompañan y acogen al ser errante, sin tierra ni cielo, sólo camino y búsqueda de la búsqueda. Llegar a la estación y luego volver al campamento, para escribir unas rápidas líneas antes de volver a perderse de nuevo en la urbe del Támesis, una urbe por cuyos recovecos y verdes parques aún queda mucho tiempo para perderse.

Líneas, cada vez más breves, que en el reflujo tal vez preparan unos mayores párrafos en la temporalidad de constante cambio, de carente rectitud, de multitud de puntos que conforman una silueta en movimiento que arrolla y arrastra a todos los que lo componen, quieran o no, en una inevitable interrelación.

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