miércoles, 22 de julio de 2009

Día 12: Túneles


Siguen llegando agricultores que plantan sus semillas en las aguas del Támesis mientras que yo, utilizando el topo de metal, me zambullo en las cavernas y túneles que forman una ciudad oculta a los rayos de luz, bajo la multitud de acerados y edificios de toda índole. También son utilizados los Gusanos de Hierro, que avanzan más lentos que los topos, siempre al descubierto, deslizándose entre sólidas construcciones.

Al fin se llega al lugar indicado y tras unos cuantos pasos, se puede entrar edificio, tal vez un pequeño embrión del cambio que esta por venir. Y en su interior, se aprecia representación de distintos lugares, extranjeros y nativos a la vez, en una simbiótica y eficiente contradicción. Conversaciones entretenidas, y el acuerdo de futuras conversaciones con sus correspondientes acciones al siguiente día. Vuelta a casa y entre teclas perdidas y electrónicos utensilios llegan como dardos palabras aisladas buscando dulce jugo vital, más poco queda ya de eso, en su lugar, espero otorgar sólo un desagradable veneno, al igual que la cobra hace ante el pie que la pisa de un modo inesperado y sin mostrar el verdadero motivo de su ataque al hacerlo.

Y a su vez, la conversación con aquellos que residen en lo que quizás debiera reconocer como patria, y que sin embargo no puedo hacer. Esta se torna pesada e inoportuna, ya que los dardos se han clavado en la sangre todavía fresca, donde aún permanece el recuerdo de esa hoja afilada, forjada con una leve luz arrojada por el traicionero sol y ante la sonrisa divertida de la fortuna. Y después, la predecible discusión que sugiere el regreso una vez oficialmente la semilla haya dado sus frutos, que sin embargo debe ser frontalmente rechazada, de una manera tajante y contundente, más aún después del puntual síntoma de sangre manando, que debe ser cauterizado y metalizado.

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