jueves, 30 de julio de 2009

Día 20: Espada


Recomposición y vuelta al riego de la semilla, que por un día había sido anulado de forma oficial, aunque sin embargo se enriqueció de otras maneras. Comida caliente y persecución de los dorados de la supervivencia sin éxito alguno, reduciéndose el plazo de acción y maniobra. La lluvia permanece hoy también, cálida como una manta, húmeda como un reconfortante baño entre las olas del océano, sin faltar nunca a la cita.

Tarde de planificación, lectura, un tiempo para volver a regar la semilla, para visionar escenas que suelen evocar pasajes de la obra de Bram Stocker. También es tiempo de comentar y hablar, en ese dédalo de información, en ese rápido mensajero, sobre tal vez el regreso, y sin embargo la resistencia a abandonar la urbe del Támesis de una forma prematura, no hasta que todas las posibilidades posibles se hayan explorado y se organice una retirada los más ordenada y eficiente dentro de las limitaciones impuestas por el contexto.

Las líneas se demoran hasta pasada la medianoche, mas sin embargo manan, quizás ahora como un río en los meses de verano, en los que su caudal disminuye, quedando en algunas ocasiones, oculto por la vegetación que hizo crecer. Sin embargo, mantener esa lluvia de palabras de forma constante, tal y como hace esta sobre mí, es algo también imprescindible, sin descuidar como es obvio, la visita de otros ríos de palabras, que no hacen sino enriquecer el propio como jugosos afluentes.

Que se escuche entonces el murmullo del río en la nocturnidad, haciendo burla de la falacia de resplandor, de los cegadores rayos que tratan de infundar las esperanzas que no pueden sostenerse, de las promesas de palabras vacías, y de los mundos que se pueden crear a partir de las mismas. Que se tome la espada que haya de eliminar todo resplandor que lejos de ayudar ciegue nuestra visión, que se tome la espada como acción y palabra en una combinación poderosa que sea capaz de derrocar a los actos sin acto.

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