jueves, 23 de julio de 2009

Día 13: Brixton


Removerse entre las sábanas para partir presto al lugar de oficial cultivo de la lengua del Támesis, y luego, presto, corriendo en los carros de hierro en busca de una ocupación que permita el sustento, la posibilidad de que esa semilla llegue a dar algún pequeño fruto. Pocas perspectivas ofrecen en aquella atracción, y en consecuencia se complica la posibilidad de conseguir los necesarios pounds para la supervivencia, tal vez como era de esperar. Mas es tan sólo el primer asalto de una serie de encuentros que han de darse con resultados difíciles de predecir.

Después de ello camino a Brixton, ese peculiar y gran lugar, en el que en las calles se apostan los mercados baratos, y cuyas aceras son transitadas por una gran cantidad de población negra, con una actividad que supera a la del centro, por su peculiaridad y su familiaridad, y por que en vez de tener el inmóvil Palacio de Buckingham o el Big Beng, encuentras a la gente en movimiento, los mercadillos que ofrecen fruta asequible para gente que lucha por sobrevivir día a día, y ello sin duda, vuelve mas henchido el corazón que cualquier gloriosa construcción o estatua constituida por los más exquisitos materiales. Y la reunión acordada, en la que se puede ser consciente de que la semilla del Támesis todavía es semilla, que aún necesita de muchos nutrientes para comenzar a dar frutos. A pesar de contar todavía con una semilla de la que están brotando unas pequeñas raíces, es hora de tomar partido en las primeras acciones en la urbe, que sin duda retribuirá todo lo hecho con creces, dejando que el vital río alimente esa planta en potencia, que algún día quizás de sus frutos.

Volver en el topo de metal después de una económica cena, para escribir unas líneas y esperar la inminente visita a la ULU, echando en falta la compañía de las sábanas de la lluvia, que no han acompañado en los últimos tiempos con su habitual persistencia, efusiva y calmada, de acogedora y húmeda calidez. Aún hay tiempo para una conversación más con los compañeros que residen en el campamento, regando así con agua del Támesis la semilla que se estima que alguna vez otorgará sus correspondientes frutos.

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