viernes, 5 de junio de 2009

Las afortunadas palabras de la institución eclesiástica y el no menos afortunado apoyo de Mayor Oreja a la causa


Qué decir de las grandiosas y elocuentes palabras de la Iglesia Católica en nuestra preciada patria. No hace falta que nadie la cubra de gloria, ya lo hace ella misma con las grandes palabras de sus representantes eclesiásticos, que ahora consideran el aborto un delito de mayor envergadura que una violación. Entre otras de sus brillantes declaraciones se encuentra la de quitar importancia a la violación si el sexo se trata de diversión. Qué decir, la basura llama a basura, y en consecuencia solo puede escupir basura, son como esas pelusas que se acumulan debajo de la cama, si no las limpias, acaban por convertir la habitación en un auténtico vertedero. Y ese es el tema, esta institución rancia, para la cual el infierno que ha creado para los infieles sería una recompensa, sigue utilizando argumentos que esgrimía aquella bola de grasa, Santo Tomás de Aquino, auténtico titán que siquiera podía levantarse de su propia silla. Lo que es incomprensible es como todavía los símbolos religiosos continúan adornando edificios oficiales junto a esas estatuas de aquel caudillo bajito que por ayudar al prójimo entendía regar la tierra con cadáveres, respetando en todo momento la vida de aquellos caídos por la grande y libre. Tal vez una de las razones por las que perdura este hedor medieval sea porque el sistema actual en sí es un vertedero que realmente convendría limpiar, después de todo, no es higiénico para tanta gente como somos en el planeta. Y para ello, no podemos recurrir a perfumar ni refundar lo que ya esta podrido, es mucho mejor enterrarlo en el cementerio de la historia y comenzar por crear un mundo más higiénico en el que las instituciones sean dinámicas y fluidas como la sangre humana, como la propia vida.

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